Alguien tiene que decirlo...

Fomentar la gratitud: un faro en aguas tormentosas

Por Marina Sampanes Peed
Director Ejecutivo de Mosaic Georgia

“Mostrar gratitud es una de las cosas más simples pero poderosas que los humanos pueden hacer unos por otros”.
- Randy Pausch (La última conferencia)

Encontrar paz mental en un mundo lleno de violencia interpersonal no es fácil. Con el constante aluvión de periodismo multimedia, noticias ficticias y redes sociales, es un desafío mantenerse informado sobre los acontecimientos actuales sin una sobredosis de imágenes de tragedias provocadas por el hombre.

La gente suele preguntar: “¿Cómo afrontan usted y su equipo todas las cosas horribles que les hacen a las personas que acuden a usted en busca de ayuda? No creo que pueda soportarlo”. Decir que es un llamado minimiza los efectos sobre quienes ayudan. Sin un contrapeso intencional, la respuesta natural puede ser entumecerse y cansarse de las personas, los sistemas y la vida. Y, a decir verdad, lucho con la frustración por nuestra negativa colectiva a invertir en medidas conocidas por prevenir la violencia.

Para todos nosotros, cultivar la gratitud es una herramienta poderosa y un ancla psicológica que se mantiene firme en los mares turbulentos del sufrimiento humano. La práctica de la gratitud desarrolla la resiliencia mental y ha sostenido mi vida real y toda la bondad que hay en ella durante décadas.

Más agradecido que agradecido

La gratitud tiene matices y existe en un plano más profundo que el mero agradecimiento. Considere el agradecimiento como la reacción inmediata ante resultados positivos o escapadas por poco: la reunión que concluye temprano o la improbable ausencia de tráfico en la I-85. La gratitud, sin embargo, es más rica y más consciente: un aprecio que perdura y prolifera. Es el reconocimiento de la bondad continua y las contribuciones de los demás, generando calidez y solidaridad que se extienden mucho más allá de uno mismo.

Por ejemplo, agradezco a todas las personas que donan sangre y plaquetas; Me mantuvieron con vida durante más de un año. Esa gratitud surge cada vez que veo un evento de donación de sangre en la comunidad.

La gratitud, como el amor, es tanto una práctica como una emoción. Requiere un esfuerzo consciente para ver más allá de las distracciones inmediatas y más ruidosas. Observar y apreciar las facetas positivas de la vida desarrolla resiliencia mental, incluso cuando estamos abrumados por el miedo o el dolor. Lo invoqué en mis momentos más oscuros (a veces mostrándolo con cierto humor macabro).

La ciencia detrás de la gratitud

La investigación dentro de la psicología positiva corrobora los beneficios de una mentalidad agradecida. Los estudios indican que practicar la gratitud de manera constante contribuye al bienestar mental, reduciendo los síntomas de depresión y ansiedad. Al reconocer lo bueno, los individuos combaten el sesgo natural de negatividad que, si bien evolutivamente protector, puede ser debilitante.

Este cambio no se trata de usar lentes de color rosa, sino de recalibrar la mente para apreciar los momentos de bondad, éxito y amor que existen en medio del caos.

Ejercita ese músculo de la gratitud 

Para personalidades con niveles más altos de pesimismo, la práctica de la gratitud puede resultar inquietante al principio. Comience de manera simple: primero: durante una comida con otra persona o grupo, comparta un momento destacado del día y luego tres momentos destacados. Invita a otros a hacer lo mismo. Cuando dediques más tiempo y pensamientos a los elementos positivos del día, la comida será más sabrosa y saldrás de la mesa más satisfecho. Segundo: cuando estés en la cama con las luces apagadas, antes de irte a dormir, di tres cosas por las que estés agradecido durante el día. Deja que tu mente descanse por la noche con esos pensamientos.

La gratitud permite a quienes enfrentan o experimentan sufrimiento humano mantener su humanidad, encontrar satisfacción y continuar con su trabajo indispensable. Es una elección de buscar la luz y crear un santuario interior de paz, del que sacamos nuestras fuerzas.

Piense en la gratitud como algo más que una práctica personal; es un regalo que compartimos a través de nuestra esperanza continua y nuestra creencia en un mañana mejor. ¡De nada!